Diario del Polo Sur.


232417, 2011-09-01, GUIAS DE VIAJE

Autor: Scott, Robert Falcon

Editorial: INTERFOLIO

Año: 2011







Referencia: 9788493769499

Precio: 22,00€

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Prototipo de heroísmo, nobleza y perseverancia para unos, modelo de ambición, ineptitud e incompetencia para otros, el capitán de la marina Real Británica, Robert Falcon Scott, sigue siendo motivo de controversia. Su diario, creemos, acaba con ella.Prototipo de heroísmo, nobleza y perseverancia para unos, modelo de ambición, ineptitud e incompetencia para otros, el capitán de la marina Real Británica, Robert Falcon Scott, sigue siendo motivo de admiración a causa de las circunstancias que rodearon su muerte y la de sus cuatro compañeros. Este diario, sin duda, arroja algo de luz sobre este tema y, una lectura atenta e imparcial de sus notas, resuelve definitivamente el debate abierto hace cien años sobre los errores humanos y de organización de esta expedición. Completando esta lectura con la de Polo Sur, de Roald Amundsen, no sería de extrañar que hasta los más obstinados partidarios o detractores de ambos, cambiaran sus opinionesEn INTERFOLIO nos vanagloriamos de editar, en clave literaria, los testimonios directos de viajeros excepcionales, sin embargo, en esta ocasión, no esperen mucha literatura, porque no la hay. Este texto es la tragedia en estado puro y, como toda tragedia real, está despojada de cualquier ardid literario. La controversia sobre la carrera del polo Sur termina aquí;no lo decimos nosotros, lo dejó escrito el propio Scott: «Estas frustradas notas, y nuestros cadáveres, contarán nuestra historia» ... la auténtica historia, la trágica anatomía de una derrota. «Scott creó conscientemente su propio mito y prefirió su inmolación, y la de sus hombres, antes que regresar derrotado» Roland Huntford «Es la más grandiosa tragedia de todos los tiempos, aquella que, de cuando en cuando, logra crear algún poeta y, la vida, miles de veces» Stefan Zweig «Scott era una persona tímida, reservada y susceptible, de temperamento débil y depresivo. No sabía juzgar a los hombres y tenía poco sentido del humor. Lloraba con más facilidad que ningún hombre que he conocido» Asley Cherry-Garrard


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