José María García es quien crea el hábito de escuchar deporte en la cama. No es solo que tenga muchos seguidores, es que consigue que un programa que termina bien entrada la madrugada sea el de mayor audiencia. El protagonismo que hoy da la radio al deporte es, sin duda, parte de su legado. Su popularidad e influencia llegan a hacer de él un líder de masas, capaz de marcar la agenda del país. Lo escuchan incluso quienes no sienten un particular interés por el deporte. Millones de oyentes esperan el momento en el que el locutor arranca el programa con su clásico: «Buenas noches y saludos cordiales». A partir de ahí, rara es la velada en la que algún dirigente no es vapuleado y convertido, con su lenguaje particular, en chupóptero o abrazafarolas. Pero la historia de García es también la de un hombre de su tiempo, una figura ligada a la Transición, protagonista en algunos de los momentos clave de la reciente historia de España, como el 23-F, una persona contradictoria, de filias y fobias, un periodista admirado y temido, alguien que intenta crear un imperio mediático y que, cuando cree tocarlo con los dedos, se ve traicionado por los políticos, un luchador nato que le gana la batalla al cáncer. Su vida no la había contado nadie. Hasta hoy.
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