Pastor eléctrico, demiurgo de la realidad y una psique desarticulada Vida y descenso de Philip K. Dick a la locura Phil Dick conoció a Anne Rubienstein en 1958, y muy pronto se convirtieron en compañeros intelectuales y se casaron. Más allá de una vida tranquila y del carácter alegre y cariñoso que mostraba en los círculos de amigos y familiares, Phil era una persona en lucha permanente con sus propios demonios. Anne fue testigo privilegiada de la creciente paranoia y desconexión del escritor con la realidad, y nos ofrece en estas memorias un retrato cercano del joven carismático que llegó a convertirse en uno de los escritores más notorios del siglo XX. Tierna y descarnada al mismo tiempo, nos acerca de primera mano a los extremos del genio cautivador y del infierno interior de Philip K. Dick. Anne R. Dick fue pionera del movimiento artesanal norteamericano, y sus joyas de bronce se han expuesto en galerías de todos los continentes. Estuvo muy implicada en las creaciones de su marido y ejerció de primera lectora de muchas de sus obras. «El secreto de la grandeza de Dick [...] es Anne.» Thomas M. Disch
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